Ana

¿Reunía Ana hombres y mujeres en el Templo, se montaba en una plataforma y les predicaba? Sí, afirman dos grupos de Arkansas. Hace casi tres años, le ofrecí a este grupo y a otros trescientos Ministros varones que creen en mujeres predicadoras, $10,000.00 para producir la Escritura que probara esto. ¡Se han rehusado a enviar la prueba! Ellos no pueden recoger el dinero porque no tienen las Escrituras. Como la entera doctrina de la mujer predicadora, ellos han creado una fantasía y han torcido la Palabra de Dios para sustentarla.

Ana es reconocida en la escena del Templo alrededor del 4-5 a.C., en el tiempo del nacimiento del Mesías. Ella era una reconocida mujer Judía. Después de la muerte de su esposo, ella dedicó su vida al ayuno y oración. Ella sin duda estaba entre aquellos pocos creyentes que se aferraron a la esperanza que un Mesías aparecería y redimiría a los fieles de Israel.

Lucas registra la historia de Ana en el 2:36-38. Él la identifica como una profetiza. Él registra que después que Ana oyó a Simeón revelar que Jesús era el Mesías, que ella "hablaba" a todos en Jerusalén, que esperaban la redención, sobre él. Los chicos y chicas Jezabel toman la palabra "hablaba" y la convierten en predicar. ¿Pero es esto correcto?

La palabra "hablaba" en el registro de Ana, es la palabra Griega "laleo." Esta palabra es traducida en siete diferentes palabras Anglosajonas en la Versión King James. Las siete palabras son: "predicar, decir, hablar, hablaba, contar, decir, y pronunciar."

El contexto, concordancia interna, y verdadera hermenéutica determinan cual palabra Griega debiera ser usada al traducir la palabra Griega. Por contexto, nos referimos, que el pasaje específicamente describe como una persona está usando la lengua. Sólo una de las siete califica cómo un Ministro del Nuevo Testamento ejerce su Sacerdocio bajo la unción cuando Predica. En todas las demás ocasiones fuera de este oficio, el Ministro está ejerciendo las otras seis definiciones. En los manuscritos más antiguos disponibles de la Biblia, la palabra "laleo" en este texto es traducida para que signifique "Contaba, decía, reportaba, hablaba," y la escena está fuera de un servicio religioso. Si un verdadero Ministro no está predicando cuando él está teniendo una discusión general con otros sobre cosas Bíblicas, ¿por qué es que Ana es convertida en una mujer predicadora cuando su contar a otros también es fuera del Templo y servicios religiosos?

Por concordancia interna, nos referimos a que la Biblia como un todo no se puede contradecir. Ésta debe concordar internamente de cubierta a cubierta, en cierto tópico sin contradicción.

Por verdadera hermenéutica, nos referimos, a que todas las palabras en su primer uso en la Biblia, originalmente tenían un significado especifico. La hermenéutica demanda que una palabra, cuando se interprete, debe siempre contener el primer significado adscrito a ésta en su primer uso en las Escrituras. Por eso las Escrituras están aseguradas de algún falso profeta o profetiza que cambie la interpretación de cualquier palabra en la Biblia. Para probar una doctrina falsa, investigue la raíz de las palabras usadas para sustentar una falsedad. La hermenéutica ha demostrado que es útil exponer muchas falsas enseñanzas. Aquí dentro, el espíritu de una doctrina debe concordar con la Palabra escrita. Esta es la aplicación de la hermenéutica.

Un punto de referencia aquí es demostrado. Las Escrituras registran el primer uso de la palabra "vino" donde Noé bebió jugo de uva fermentado y se embriagó en su tienda. La palabra Hebrea para vino en este registro es "yayin" James Strong #3196; la cual quiere decir efervescencia; vino (cuando se fermenta). Todas las veces que la palabra Hebrea "yayin" sea utilizada después de esto en las Escrituras ésta debe implicar jugo de uva fermentado, o jugo de uva en una fase de fermentación con anticipación de éste convirtiéndose "yayin" en su producto final. Si alguien intenta hacer a "yayin" jugo de uva no fermentado, verá que la hermenéutica expondrá a esa persona como un fabricador. A esto es lo que se refiere por "desvirtuar la Escritura:" Hacer que palabras signifiquen lo que ellas originalmente no significaban, y por ende alterar la Palabra de Dios.

De lo anterior, se establece que nosotros podemos determinar la traducción correcta del Griego "laleo" usado en el caso de Ana, como simplemente hablando. No hay una sola Escritura en toda la Biblia donde la palabra Griega "laleo" se aplique a una mujer predicando. NI UN SOLO LUGAR. ¡Eso es aterrante! Esto prueba concluyentemente que no hay tal cosa en toda la Biblia como una mujer predicadora.

Contrario a las falsedades propagadas por muchos Pastores y mujeres predicadoras, los Judíos no tenían una plataforma de donde las mujeres predicaban en el Templo en Jerusalén. Doce escaleras semicirculares que ascendían de la corte de las mujeres hasta la Corte de los hombres de Israel. En cada lado al inicio de estas escaleras, estaban dos pilares enormes. Uno tenía el nombre Boaz inscrito y el otro tenía el nombre Jachin. Pasando estos pilares, había dos escaleras más que llevaban al verdadero patio donde el Sacerdote sacrificaba en el altar. A la derecha del altar en el Templo de Herodes estaba un área identificada como plataforma. Ésta era meramente la superficie del piso del nivel superior del patio. Sólo los Sacerdotes eran permitidos aquí. Las plataformas levantadas en nuestras Iglesias fueron diseñadas de este ejemplo.

A las mujeres no les era permitido ministrar en esta plataforma. El nivel del piso de esta plataforma se levantaba a una altura de aproximadamente diez pies sobre el nivel del piso de la Corte de las mujeres. La altura de una mujer Judía normal era alrededor de cinco-ocho pies. Esto quiere decir que el nivel del piso de la Corte de los hombres de Israel, era un espacio de casi cuarenta y seis pulgadas arriba de las cabezas de todas las mujeres de Israel. Esto significaba que el hombre estaba sobre la cabeza de la mujer.

El área de los Gentiles estaba afuera del Templo. Desde aquí había tres pies hasta el nivel del Templo. La Corte de las Mujeres estaba tres pies más alta que el primer nivel del Templo, y ahora seis pies más alta que la Corte de los Gentiles. La Corte de los Hombres de Israel estaba diez pies más alta que la de las mujeres. La Corte del Sacerdote estaba tres pies más alta que la de los Hombres de Israel. El lugar Santísimo estaba ocho pies arriba de la del Sacerdote. Vea #4319 Biblia Thompson Chain.

La Corte de las Mujeres al estar seis pies sobre la de los Gentiles significaba que la mujer Judía tenía privilegios que los Gentiles no tenían. La Corte de los Hombres de Israel estaba diez pies sobre la Corte de las Mujeres. Esto significaba que todas las mujeres de Israel y todos los Gentiles estaban bajo la autoridad de los Hombres de Israel. El Lugar Santísimo estaba once pies sobre la Corte de los Hombres de Israel y significaba que Dios estaba sobre todos.

¡Si una persona iba a colocarse en pie en la Corte de los Gentiles, Corte de las mujeres, Corte de los Hombres, Corte del Sacerdote, y miraba hacia el Lugar Santísimo, tendría que mirar hacia la Gloria de Dios! Usted puede mirar en el plano del piso del Templo y una presentación de vista lateral del Templo y ver esto gráficamente ilustrado. El propósito de resaltar esto, es demostrar que la dirección fue incorporada en el Tabernáculo y planos y diseños del Templo, y las mujeres no tenían un lugar aparte para ellas para ser sacerdotisas en el Tabernáculo o como predicadoras en el Templo, como falsamente se informó.

Ana pasaba su tiempo libre noche y día en la corte de las mujeres ayunando y orando. Ella vio a José y María con el bebe Jesús. Como todas las abuelas se encariñan por tales pequeñitos, Ana se apresuró a ver este pequeño infante. Ella llegó al lado de María justo cuando Simeón profetizaba. Lucas registra esto hermosamente:

Ana "hablaba" a otros que Jesús traería redención. Ella sólo repetía lo que oyó por casualidad a Simeón profetizar.

No hay diferencia en que Ana hable a otros, que un miembro de la Iglesia hable a otros y repita lo que él o ella pudo haber oído a su Pastor profetizar. Tal cosa explica a Ana hablando o contando a otros. Esto no es predicar. Si Ana usó el don de profecía para hablar a sus amigos, ella habría predicho cosas por venir como lo hizo Simeón. Si por el contrario, se puede probar que en este instante, Ana "hablaba" de cosas que ella ya sabía, veía, y oía, de la boca de un hombre llamado Simeón, entonces ella no está profetizando. Ella no está predicando. Ella meramente está repitiendo algo que oyó de la boca de un Hombre de Dios. ¡Ella solamente está testificando! Ella es un testigo de esas cosas que vio y oyó.

Simeón había revelado por profecía, todo lo que Ana ahora estaba testificando a otros. Así que, el Espíritu Santo correctamente no dice que Ana predicó o profetizó sobre Jesús en el Templo o en algún lugar más. El Espíritu Santo inspiró a Lucas a escribir que ella "hablaba." Esto identifica conversación religiosa en el curso normal de hablar con aquellos que estaban ansiosamente esperando la venida del Mesías. En ningún lugar la Escritura señala o implica que Ana profetizó una palabra sobre Jesús. En el Templo al lado de Simeón ella "daba gracias." Ella estaba dirigiendo esto a Dios en la forma de alabanza y oración. En ningún lugar la Escritura señala o implica que incluso Simeón estuviese predicando cuando él estaba profetizando o dando gracias. Por consiguiente, ni siquiera la profecía de Simeón no lo identifica como un Predicador. ¡Si esto es verdadero para Simeón, es doblemente verdadero para Ana!

El hecho que Ana no profetizó a nadie sobre Jesús en la forma de alguna supuesta predicación, concurre con los 4,000 años previos de concordancia interna en la Palabra de Dios. El hecho que Ana no fuera permitida como una co-sacerdotisa con Simeón, prueba que las mujeres aún estaban excluidas del Sacerdocio.

El registro de Ana revela que a las mujeres se les permitía testificar en conversaciones generales sobre asuntos Bíblicos fuera del Ministerio del Templo. Charla santa no es predicar. En toda realidad, Ana solamente estaba charlando concerniente sobre lo que ella oyó por casualidad a Simeón profetizar en el Templo. Hay malas charlas y charlas santas. En cuanto a lo último, el Obispo C.W. (Papá) Shew dijo una vez: "charlas santas sobre lo que Dios está haciendo en la Iglesia, es la forma para que los Santos ayuden a que el Pastor en su predicación llegue a los oídos de familiares y amigos."

Simeón, un hombre, bendijo al Mesías en la función Sacerdotal. Ana no bendijo a Jesús Mesías u oró por él la oración de dedicación. Ninguna mujer tiene esta autoridad o derecho. Ninguna mujer tiene autoridad o derecho para dedicar algún niño a Dios excepto el suyo. Ni siquiera entonces, a ella no se le permite realizar la oración de dedicación. Ella o un representante pueden presentar el niño a un Hombre de Dios así como José, el padrastro de Jesús hizo. De igual forma, ninguna mujer tiene derecho alguno o autoridad para bautizar. Yo rebautizo a toda persona que pueda, que haya sido bautizada por una mujer. Todos los bautismos por mujeres son inválidos. Yo dedico nuevamente cada niño que pueda, que fuese dedicado por una mujer predicadora. Sobre todo el que impongo mis manos, yo estriño todo espíritu colocado allí por una mujer que afirma ser un predicador. Yo reverso la maldición Jezabel cada vez que tengo la oportunidad.

¡Simeón recibió a Jesús en sus brazos y lo bendijo como Dios (Lucas 2:28)! Era de costumbre en una dedicación, para un esposo Judío públicamente aceptar la responsabilidad paternal por el hijo que está siendo dedicado. El acto de presentarlo al Sacerdote para dedicación era considerado una señal de pedir la bendición de Dios sobre el niño en el hogar. Así, Jesús fue enrollado oficialmente en el registro genealógico como hijo de José, aunque sabemos que él solamente lo adoptó, ya que él fue concebido por el Espíritu Santo. Ana no cargó a Jesús o desarrolló ninguna de las funciones Sacerdotales de redención. Ninguna mujer siquiera hizo esto a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Cualquier mujer que haga esto hoy está cometiendo fraude.

La Palabra de Dios en Lucas 2:36-38 decía que Ana "servía a Dios en ayuno y oraciones noche y día," no como sacerdotisa o predicadora. Ya que a las mujeres no se les permitía ser sacerdotisas o predicar en el Templo, Ana no fue llamada por Dios en un ministerio igual a los hombres de sus días, que representaban autoridad en la casa de Dios.

Ana nunca predicó o dirigió una asamblea de hombres Judíos, fuera del orden como se les enseña y permite a las Jezabeles hoy en Iglesias Pentecostales. Nuevamente, las Escrituras son autoridad, Ana no se consideraba como una sacerdotisa o predicadora o incluso igual a un Sacerdote. Ella no usurpó autoridad sobre ningún hombre. Su don de profecía estaba fuera del oficio del Sacerdocio. ¡Ningún Sacerdote compartió su autoridad con ella!

Como Miriam, Débora, y Hulda, Ana no creía que su don de profecía la calificaba a una licencia para predicar o entrar al Sacerdocio. La Ley de Eva todavía prevalece. La mujer está excluida del gobierno y autoridad en asuntos Espirituales. A ella se le prohibió de interpretar la Palabra de Dios, excepto que ella reciba ese conocimiento de esos Hombres ordenados por Dios para ser de la verdadera Fe Apostólica. Ella no puede tener opinión de sí, fabricada de su propio pensamiento. Si ella retorna a la idea de Eva que ella puede tomar decisiones Espirituales sin que consulte a su esposo o su Pastor, ella eventualmente traerá vergüenza, pecado, y muerte sobre su casa e hijos. Oh Eva, a Dios le hubiese gustado que corrieras a tu esposo en vez de al árbol, para comenzar a llevar un falso mensaje. ¿Quizá Caín no habría asesinado a Abel, si su madre no hubiese invitado sobre la familia, por la rebelión, el espíritu del asesino, la serpiente (Juan 8:44)?

Ana es verdaderamente un ejemplo de la Mujer Apostólica que estamos buscando. De una vez quitémosla de la impía acusación que ella usurpó gobierno y autoridad como predicador, restaurémosla a la belleza de la santidad. Ella amaba la casa de Dios. Ella respetaba altamente a los Hombres de Dios en autoridad. Ella permitía que el Hombre de Dios cumpliera su deber sin tratar de corregirle o tomar control sobre el servicio. Ella amaba al pueblo. Ella ayunaba y oraba. Ella continuó creyendo que el Mesías vendría, aunque otras generaciones también lo creyeran, pero murieran en la fe. Contra la esperanza, ella tenía fe. Ella era una mujer santa. Ella fue de amigo en amigo, y de casa en casa, testificando sobre lo que ella había oído a Simeón profetizar. Ella era un aliento, y levantaba los corazones de los abatidos. Ella fue un ejemplo de una Mujer Apostólica. Ella no predicó.

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