Autoridad Extendida
Dada Por Algún Hombre

La doctrina de la autoridad extendida es dar permiso o compartir la autoridad Ministerial de alguien más. Algunos creen que las mujeres no tienen en sí mismas autoridad para predicar. Ellos enseñan que ellas obtienen autoridad de un Pastor que se las da como una extensión de su autoridad. De esta forma se dice que ella está bajo sujeción para que pueda predicar. Así que cualquier cosa que ella hace o dice es por la autoridad de un hombre no la suya.

Esta doctrina enseña que a la mujer se le da un 50% del llamamiento para predicar por el que sea el Pastor y cuando ella termina, él toma el 50% del llamamiento de regreso, así él es 100% el Pastor nuevamente. Ella no es una mujer predicadora excepto cuando él le da el 50% de autoridad para serlo. Ellos enseñan, que la mujer no tiene Llamamiento de Dios, que el Pastor tiene autoridad de llamarla para que sea una predicadora. De esta forma se esperaba que los miembros de la Iglesia dejaran de salirse por mujeres predicadoras, ya que ellas estaban solamente actuando bajo la autoridad y una extensión del Ministerio del Pastor. Si usted se salía con ella, era equivalente a salirse con el Pastor. Por este pecado, una persona podía ser expulsada de la Iglesia, sus hijos serían echados de la Escuela Cristiana, y toda la familia maldecida hasta el séptimo infierno. Todo esto es un halloween Pentecostal. ¿Dónde se originó primero la idea al principio?

Eva deseó convertirse en diosa. Ella aceptó las enseñanzas de la serpiente y con éstas vino implicada autoridad extendida para enseñárselas a Adán. Eva fue la primera mujer mensajera en la Biblia con autoridad extendida y ésta no vino de Dios. Su mensaje fue enviado por la serpiente. Ella recibió su ordenación para llevar ese primer mensaje a través de "autoridad extendida." Desde entonces, ha habido mujeres que manipulan la Palabra de Dios de cualquier forma como puedan, para hacerla parecer que ellas tienen un "ministerio extendido" del marido o algún otro Pastor. Esto es falsedad.

En lugar de discutir sus acciones con su marido, antes de que ella tomara la decisión final de comer el fruto, Eva actuó en sus propios sentimientos. En vez de ir a su marido, "su cabeza" para consejo, ella obró su pecado desde su propio pensamiento. En lugar de decirle a la serpiente, "mi marido es la cabeza sobre mis acciones," ignoró totalmente a Adán y a Dios e hizo su propia voluntad.

Eva demostró el primer espíritu de la mujer predicadora. Ella obtuvo su ordenación y unción para enseñar de la serpiente. Ella desobedeció a Dios. Ella quiso ser una "diosa." Ella no comió para ser igual a Adán. ¡Ella comió para ser igual con DIOS! Como Dios venía a Adán, así Jesús Mesías vino a la tierra como un Predicador. Las mujeres predican hoy, no para ser iguales a ningún hombre. Ellas le dirán atrevidamente que no les importa lo que cualquier hombre piense. Cada mujer predicadora que he conocido alguna vez ha alardeado esto. Ellas dicen atrevidamente: "Es mejor obedecer a Dios, que a un Hombre de Dios." No, a ellas no les importa lo que cualquier hombre piense, porque no es al hombre a quién ellas quieren hacerse iguales. Ellas predican porque esto las hace iguales a JESÚS Mesías. ¿Quién las llamó a predicar si Jesús no ordenó a una sola mujer Apóstol? ¿Quién las envió con un mensaje para enseñar a otros, si Jesús Mesías no lo hizo? Hallaremos la respuesta en el Mensaje que Jesús envió a la Iglesia de Tiatira:

¡Allí lo tiene! "SE DICE Y SE ENVIÓ."

Dios comunicará y hablará a los corazones de los hombres y mujeres que tienen oído para oír lo que él está diciendo. Dios nunca dirá a una persona que haga algo contrario a su Palabra, o contrario a las Revelaciones que guían la Iglesia. Por consiguiente, Dios nunca pudo llamar, ordenar, o enviar a alguna mujer con un mensaje de salvación a predicar. Ninguna mujer pudo tener autoridad extendida de Jesús Mesías, simplemente porque él no se las da a ellas. No hubo mujeres en la autoridad extendida dada a los doce Apóstoles. No había mujeres en la autoridad extendida que Jesús dio a los setenta. Si miramos el primer capítulo de Hechos, donde los once estaban deliberando sobre un Apóstol para reemplazar a Judas, la piscina de la cual fue tomado el reemplazo no contenía mujeres. Cuando miramos a la escogencia de Diáconos para cuidar la ministración de las mujeres Griegas, ninguna mujer estaba entre la piscina de candidatos elegibles. Seguramente, si una mujer no podía ser ordenada para estar en el cargo de cuidar mujeres, ¿cómo podrían ellas ser ordenadas para estar en el cargo para cuidar HOMBRES? Los requisitos de los Diáconos no se aplican a las mujeres.

Hubo suficiente tiempo y lugar para autenticar que las mujeres podían tener autoridad extendida de los hombres en el Ministerio del Nuevo Testamento. El hecho que ellas sean omitidas de todos estos registros prueba algo. Estos registros simplemente no pueden ser ignorados o pretenderse que no existan. El mensaje que ellos llevan no se puede minimizar. Ellos son parte de los registros oficiales y certificados de la Iglesia. ¡Si una mujer no está en los registros, como ministro, es porque no había ninguna! No obstante debo leer u oír una explicación de las mujeres predicadoras o de los hombres que las ordenan, en cuanto al por qué las mujeres están ausentes de estos ejemplos. Estoy seguro, esperaremos muchos más años antes de que se de una respuesta.

Aquí hay una cadena de mando. Si un hombre o mujer no comprende ese sistema, usualmente es porque no desean; Es porque ellos no quieren creer las Escrituras como están escritas; Es porque ellos han rechazado las Escrituras que no desean reconciliarse; Es porque el Espíritu no puede hablarles a través de la confusión innata, tradiciones de mujeres, y falsa doctrina. La cadena de mando está establecida en el hogar. Está establecida en la Iglesia. Ella no está sobre su marido en el hogar, y no puede estar sobre ningún hombre en la casa de Dios. Cuando una mujer puede estar sobre los hombres en la Iglesia, ella puede estar sobre su marido en el hogar, y esto no es bíblico.

Mujeres en el púlpito predicando, es equivalente a dones que son usados fuera de orden en la Iglesia. ¡Deben ser detenidas! Mientras algunos guardan el uso de los dones para mantener el orden, ellos se rehúsan a guardar el púlpito con la misma justicia. Entonces se voltearán y dirán: "Que todo se haga decentemente y con orden." Una mujer predicando ciertamente está fuera del ORDEN, ya que ella no está en el ORDEN de Melquisedec de Jesús Mesías. Incluso si un Predicador presume dar a su esposa o alguna novia autoridad extendida en el Orden de Melquisedec de Jesús Mesías, éste no puede hacerlo. Porque al momento que él intente o trate, él está fuera del ORDEN y se ha excluido del Llamamiento de su propio Ministerio. Él permanecerá fuera del ORDEN hasta que detenga su errónea conducta, se arrepienta, y presente una confesión pública de sus faltas que han herido a LA IGLESIA.

Ya que algunos hombres caminan desordenadamente al ordenar mujeres para predicar, muchos Ministros Apostólicos con orden se rehúsan a tener comunión con ellos. Una vez un Predicador recibe la Verdad, él es tan responsable para obedecerla, como el pecador que conoce de Hechos 2:38. Como se declara en otro lugar: nosotros podemos solamente practicar la Fe Apostólica. No tenemos derecho a interpretar la Escritura contrario a la Práctica y Fe de los Apóstoles. Cualquier Ministro que haya ordenado a una mujer para predicar está en desorden. Por desorden, nos referimos a que "des" quiere decir "no, fuera de, y no en armonía;" por "desorden" nos referimos, no según el orden, no según la Ley, no según los estándares de conducta ordenados. Así, un predicador fuera del ORDEN al ordenar mujeres predicadoras, es alguien que está fuera de armonía con los estándares de conducta ordenados en la Iglesia Apostólica.

La doctrina de autoridad extendida femenina es falsa. Nadie puede encontrar esta doctrina en ningún lugar en la Biblia, excepto con la serpiente y Eva. Como buscamos la Mujer Apostólica, buscaremos a esas maravillosas mujeres de la Iglesia, que mantienen en bien sus hogares, con frecuencia tienen trabajos para equilibrar su vivir, y sin embargo adoran en la belleza de la santidad. Joyas semejantes nunca pondrían en riesgo el Llamamiento del Ministro o su alma, pidiéndole con insistencia que las ordene. Una esposa o novia que le ocasionó a su marido o Pastor desordenarse y ser excluido de su lugar legitimo entre el Orden del Sacerdocio de Melquisedec en Jesús Mesías, verá el peligro que ha causado y se arrepentirá.

Ya que el Orden de Melquisedec de Jesús Mesías no es otorgado por Hombre sobre Hombre, sino por el Mesías sobre el Hombre después de la ordenación, es responsabilidad personal del Ministro mantener los requisitos para su Llamamiento después de eso. Aquellos que no, están entre aquel grupo de quienes Juan dijo:

Como Ministros compañeros del mismo ORDEN, podríamos bendecir, revisar requisitos, y ordenar nuevos candidatos con el Cargo de pureza doctrinal, pero es Dios quien entonces concede y cuando es necesario revoca el Orden del Sacerdocio. Nadie puede obtener el Sacerdocio sin ordenación, mucho más la persona que se puede bautizar a sí misma y luego afirmar que se ha bautizado Bíblicamente. Sólo aquellos calificados pueden bautizar, y sólo aquellos calificados pueden ordenar. Como Dios reconoce el papel del Ministro Apostólico que bautiza, así Dios reconoce solamente el papel del Pastor Apostólico para ordenar. Después del bautismo, Dios indica que el acto de fe es aceptable y concede el Espíritu Santo. Después de la ordenación, Dios indica el acto de fe y otorga el Sacerdocio.

Dios no irá contra su Palabra y ordenará una mujer predicadora. Si ella afirma que ha sido ordenada por el Espíritu y no necesita aprobación de hombres, es evidente que ella está reprobada y está trabajando bajo su propia supuesta unción fabricada. Dios no está en esto. Lo he visto alrededor de Iglesias Apostólicas desde 1948. He visto cantidad de cosas que en la superficie y en el momento parecieron un movimiento del Espíritu, solamente investigue éste era falso, colocado, y una mentira. Cuando veo a una mujer de santidad en la banca con manos benditas alabando a Dios, y ella está fuera del púlpito y no declarando ser una mujer predicadora, esa mujer sé que no tiene lujuria por la autoridad extendida como excusa para encontrar una mejor forma para mostrar su honra delante de Dios.

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